Ayer me llegó un mail invitándome a una cena de un “club gastronómico”, una mesa única donde el objetivo será compartir experiencias alrededor de una copa de vino en un entorno cultural determinado. Actualmente existe una marcada tendencia donde grupos de personas desconocidas, pero con un interés común y pertenecientes a “comunidades virtuales”, comparten momentos únicos. Todo no vale, has de cumplir una serie de requisitos para poder formar parte de ese club, asociación, grupo o excusas varias. ¡Agggg!

No puedo evitar hacer una reflexión que me lleve al sector del lujo y, dándole vueltas al tema, me he acordado del origen de la alta costura. En el año 1868 se creó la “Chambre Syndicale de la Haute Couture”. Su misión era “confortar” París en su rol de capital internacional de la creación y establecer el calendario de las colecciones durante las semanas de la Alta Costura, en enero y julio. Las reglas establecidas en 1945 y actualizadas en 1992 son:

– Los modelos originales deben ser concebidos por un creador permanente.
– Dichos modelos deben de hacerse a medida y enteramente a mano.
– Se presentan a la clientela sobre “maniquíes vivos”.
– Los talleres deben de emplear, al menos, 20 personas.
– La presentación de cada colección (primavera- verano y otoño-invierno) deben de tener lugar en París y presentar, al menos, 25 modelos.

El británico Worth se considera precursor de la Alta Costura. Sus innovaciones constituyeron las bases de la “Haute Couture” actual: modelos únicos creados para clientas particulares incluyendo una etiqueta en la prenda. Primer reflejo de identidad de marca en la moda.

Retrocedo en el tiempo y me imagino cómo te invitarían a un desfile de Dior. Igualico que recibir un mail, ¿verdad?

Mariángeles Guillamón, Brand Manager

Foto: Jardín de Paul Poiret