Llevo 12 años en España y si hay algo que conocemos bien los extranjeros es esa especie de tristeza por la lejanía del lugar que nos vio crecer y de las cosas y situaciones que lo evocan. Le llaman nostalgia. Pero no es exclusividad nuestra, hay muchas nostalgias: del primer amor, de la infancia, de los viejos amigos… Hasta del papel.

Sí, yo tengo nostalgia del papel. Pertenezco a esa generación que creció al amparo del uso romántico del papel y la tinta. La generación que recibía cartas de carne y hueso por debajo de la puerta, soy de las que se manchaba de tinta los dedos con la plumilla y hacía auténticos cráteres en las hojas de tanto borrar los resultados de matemáticas.

Luego estudié arte y el papel fue el soporte para lo que, en mi inocencia, creía eran auténticas obras dignas de perdurar a generaciones futuras. También me adentré en el mundo de la imprenta, hay quien recordará conmigo la melodía de una antigua Minerva golpeando el papel, o el olor de los pantones… Finalmente me decanté por el diseño y estoy en una edad en la que me quedan muy poquitos años para decir, con media ceja levantada: «Llevo la mitad de mi vida en esto».

Así he llegado a mis casicuarenta y a esta altura del camino alguien va y me dice: «Lo digital le comerá terreno al papel y este terminará por desaparecer» ¡… Chan!… Temblor escala 7… ¡Qué me estás contando! ¿A mí me dices eso? Con los años que llevo oliendo un trabajo en cuanto llega de la imprenta como si se tratase de un vino, sacándole matices: aterciopelado y envolvente, tocándolo sin mirarlo, con notas suntuosas y elegantes; sintiendo el sonido de las hojas al pasar, viendo sus brillos y sus mates. No puede ser.

Vale, el futuro viene en forma de tablet, ok, pero en una tablet no hay tintas metalizadas, ni golpes en seco, ni texturas, ni olor a viejo! Veis por dónde voy cuando digo que tengo un ataque de nostalgia, ¿no?

Dicen que reaccionamos de forma distinta al leer en papel o en formato digital, que requieren incluso habilidades cognitivas distintas. Está claro, son cosas distintas. Cada una tiene sus virtudes y sus defectos. Es muy cómodo viajar y llevar cientos de libros en la tablet para no aburrirme, aunque saco bíceps al sostenerla cuando estoy acostada. Y, para los que nos apasiona la publicidad, ¿acaso hay anuncios a página completa en internet? ¿y las muestras de perfume en el papel que atiborran las revistas en la época de Navidad, ¿qué pasará con ellas?  A usted señor, señora, que está pensando lanzar una campaña online, ¿sabe que será mucho más efectiva si la acompaña con un mailing directo, por ejemplo? ¿o que el retorno de su inversión se incrementará si utiliza la mezcla de medios adecuada?

¡Fuera pesimismo!, aunque alguien me quisiera vaticinar el futuro augurando la muerte del papel, esta batalla entre el medio impreso y el digital no tiene pinta de acabar pronto. Hoy por hoy, lo digital lucha frenéticamente por acaparar mi atención, pero los impresos esperan pacientemente a que les de el espacio y tiempo que necesitan para trasmitirme su mensaje, y yo, que los quiero con toda el alma, me concentraré en ello, me relajaré y al mismo tiempo, disfrutaré de esta nostalgia adelantada que tengo por el papel.

Cosas tan maravillosas como éstas se hacen con papel hoy en día. Disfrutadlo:

http://www.youtube.com/watch?v=0y84Zp8we7Y&sns=em

http://www.fedrigoniclub.com/hecho-con-papel/teatro-de-papel-para-todos-los-publicos/?utm_source=rss