La correcta definición de nuestro público objetivo, es parte básica y prioritaria de toda estrategia publicitaria y de comunicación.Hace unos años, definir el target de una campaña solo nos permitía discriminar entre unas pocas variables: sexo, edad, clase económica, ubicación geográfica y poco más. Por un lado, porque las herramientas para conocer a tus clientes estaban más limitadas, pero, fundamentalmente, porque los medios y otros soportes publicitarios tampoco ofrecían mayores posibilidades de segmentación.

Sin embargo el auge de lo digital, está cambiando las reglas del juego. Gracias a la evolución tecnológica y de internet, la capacidad de conocer a nuestros clientes está llegando a un finísimo nivel de detalle, en muchas ocasiones, por encima del que una empresa puede llegar a gestionar y aprovechar. Y, gracias a eso y al desarrollo de los formatos digitales, la capacidad de segmentación también es mayor cada día. Es decir, cada vez resulta más fácil enfocar nuestras estrategias hacia el perfil concreto de personas susceptibles de consumir nuestra marca, producto o servicio.

Esto complica la fase de definición del target, pero hace más eficiente la estrategia, sin duda, pues resulta evidente que cuanto más podamos afinar el disparo, más probabilidad tendremos de que de en la diana.

Ahora bien, no hay que volverse locos con esto. La posibilidad de afinar mucho sobre nuestro target está muy bien, pero debe seguir siendo solo una posibilidad, que emplearemos o no según los objetivos y necesidades concretos de nuestra campaña.

Ester Sánchez-Valverde Giménez, ejecutiva de cuentas

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