¿Tiene la publicidad también algo que ver con la pérdida de los valores?
Si analizamos los pecados capitales nos damos cuenta de que lo perverso desde luego atrae e incluso está en el lenguaje de la comunicación actual. La lujuria, por ejemplo, está presente en todos y cada uno de los anuncios de perfumes y colonias que nos acompañan. La avaricia y la codicia son, sin duda, leit motiv de este sistema.
La pereza es poco menos que la aspiración que toda una generación pone en manos de las loterías «ojalá me tocara y no tuviera que trabajar más». Según la wikipedia, la ira incluiría odio e intolerancia (…).
La envidia es el deporte nacional, convirtiéndose en un potentísimo motor del consumo. La soberbia es un pecado identificado como el deseo por ser más importante o atractivo que los demás; el porqué de casi todos los argumentos de venta de los productos. Queda la gula. Originariamente su significado no estaba limitado al consumo excesivo de comida o bebida, sino a cualquier forma de exceso. ¿Necesitamos 15 pares de zapatos en el armario para vivir?
La mayoría de productos y servicios que la sociedad de consumo nos ofrece están planteados como tentaciones en las que caer. Y pocas, muy pocas, nos hacen mejorar nuestra vida, y ni hablemos como personas.
Fernando Caride, director Creativo Ejecutivo de Portavoz